El Padre y yo somos uno
Del Blog del Rvdmo.
Andrés Ayala -
Vivimos en un mundo agitado y caótico que, inevitablemente, va minando
nuestro equilibrio físico, mental y espiritual. El ritmo acelerado de la vida
contemporánea hace cada vez más difícil conservar la paz. La tensión constante
produce frustración y, frecuentemente, afecta la salud. Jesús, durante su
ministerio, también enfrentó numerosas tensiones. Cansancio, hambre,
tentaciones, rechazo e incomprensión. Finalmente, fue acusado injustamente,
insultado y condenado a la muerte en una cruz. ¿De dónde obtenía Jesús
fortaleza y serenidad?
"El
Padre y yo somos uno solo" Juan 10.30
Jesús tenía
plena consciencia de quién era. Confiaba en el Padre, y en la misión divina que
se le había encomendado. No tenía dudas de su llamamiento como Profeta,
Sacerdote, Rey e instrumento de la gracia de Dios. Estaba en el mundo, sin ser
parte de él. Centrado en la presencia de Dios, él pudo lidiar con todas las
tensiones sin perder jamás la fe ni la paz interior.
Habiendo dado
el ejemplo, también nosotros somos llamados a vivir en el mundo sin dejarnos
enredar por él. Jesús vivió constantemente en una conciencia de pura armonía
con el Espíritu, en unidad con Dios, obteniendo de allí la fuerza para estar en
paz y cumplir su misión. Practicando diariamente la presencia de Dios, nosotros
también podemos experimentar "paz, que es más grande de lo que el
hombre puede entender".
"Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el
mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al
mundo." Juan 16.33
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