Cuarto domingo de Cuaresma
RVDA. MERCEDES JULIAN
“Despiértate, tú que duermes; levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará.”
“Despiértate, tú que duermes; levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará.”
Una niña que
nació con problemas de visión, fue creciendo con su discapacidad y sus padres y
demás familiares no lo habían notado, a pesar de que la niña tropezaba muy a menudo.
A los tres años de edad la abuela habla con su hija pues a ella le pareció que
no era normal lo que estaba pasando. Llevan la niña al especialista y el
diagnóstico fue que la niña veía muy poco y que había que someterla a una o
varias cirugías.
Para no hacerles
larga la historia, ya la niña tiene 17 años, se le han practicado 25 cirugías,
entre las cuales hubo que sacarle un ojito y ponerle una prótesis. A través de
los años, también ha sido sometida a varios tratamientos. No obstante, la joven
ha ido a la escuela regularmente, desde luego con equipos especiales, ya que su
visión sigue siendo muy limitada. Se ha estado entrenando para vivir su vida
cuando quede completamente ciega. Pronto se graduará de la escuela secundaria y
quiere cursar estudios universitarios y especializarse en psicología infantil.
Suponemos que
como este caso hay muchos en el mundo, pero lo más interesante de todo es que
la niña de la historia no puede ver con claridad la luz del sol, pero dentro de
su ser existe un sol radiante que la ilumina y le da fuerzas para seguir hacia
adelante. Nunca se ha rendido, ni sus padres tampoco. Ha luchado y sigue
luchando por alcanzar sus metas. Cada ser humano tiene una batalla que librar.
Dios nos muestra el camino y a veces lo seguimos, pero otras veces, somos
tercos y nos desviamos. Hay momentos difíciles que tenemos que enfrentar, y si
somos débiles no podremos alcanzar el objetivo.
En la primera
lectura de hoy leemos que Dios le asignó una encomienda bien difícil a Samuel,
y que, a pesar de sus dudas, Samuel la llevó a cabo pues el poder y la gracia
de Dios estaban con él.
Cuando estamos
seguros de que Dios está con nosotros, nos armamos de la bravura, la fortaleza
y la valentía para tomar el reto. Como seres humanos flaqueamos, a veces nos
sentimos débiles y caemos en el pecado, pues no tenemos la fortaleza de
rechazar la tentación. Alguien dijo en una ocasión: “Durante la Cuaresma es
cuando de verdad somos puestos a prueba.” Sea cierto o no, caemos en la
tentación. No obstante, si ponemos en práctica las enseñanzas de Jesús, salimos
vencedores.
La fortaleza, la
valentía, la perseverancia y la confianza en nuestro creador la alcanzamos
cuando ponemos la Palabra de Dios en acción. Todos en un momento dado, nos
hemos encontrado en la oscuridad. Gracias a Jesucristo nuestra Luz, podemos
salir adelante por su gracia y su misericordia y porque el Espíritu de Dios
siempre está con nosotros.
El salmo 23, que
es el asignado para hoy, nos transmite seguridad y confianza en nuestro
Salvador. Porque: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal
alguno; porque tú estás conmigo.”
Reflexionando en
el evangelio de san Juan nos damos cuenta que Jesús mostró su poder al darle la
vista al ciego de nacimiento. Día tras día, nos concede el socorro a nosotros y
a toda persona necesitada y desamparada. Por medio de nuestro Señor Jesucristo,
Dios nos ofrece su gracia gratuitamente. Aún siendo pecadores, Dios nos llama
sus hijos e hijas y nos hace dignos por su infinito amor y gracia eterna. El
hombre a quien Jesús le dio la vista, no podía ver a Jesús, pero Jesús si lo
veía a él y nos ve también a nosotros.
Jesús nos ve, nos
busca y nos llama. Siempre espera nuestra respuesta. Nosotros, aunque nos demos
cuenta que está ahí, a veces respondemos, otras veces no. La gloria de Dios se
manifiesta y los que no creen en él, creen cuando ven realizarse el milagro.
Cada día ocurren milagros en todas partes del mundo, sin embargo, debemos tener
fe para experimentarlos y creer en ellos.
Una persona que
sufre de ceguera física, vive en la oscuridad, pues no puede ver la luz del
sol. Muchas veces, los que podemos ver el sol, puede que estemos viviendo en
una oscuridad interior si estamos viviendo una vida de pecado.
Cristo Jesús se
levantó de la tumba para darnos vida, para limpiarnos y hacer de cada uno de
nosotros una nueva creatura. La ceguera física y otras enfermedades no se
heredan, los pecados no se heredan, como creían los fariseos, y tampoco
significa que una persona que nace con cierto defecto físico es porque está
“llena de pecado,” pues todos somos pecadores y necesitamos la gracia de Dios
para vencer las tentaciones que nos conducen a una actitud negativa e
irresponsable.
El ciego regresó
del estanque de Siloé maravillado porque podía ver. Esto representa los
beneficios de prestar atención a las palabras de Jesús. No sabemos exactamente
a qué distancia estaba el estanque de Siloé desde donde Jesús tuvo el encuentro
con el hombre ciego. Solo sabemos que el estanque se encontraba en Jerusalén y
que era el más grande, y muy conocido por el ritual de limpieza. El hombre
ciego lo sabía. Él creyó en Jesús, hizo lo que Jesús le mandó y por eso pudo
ver.
Las almas que
buscan al Señor llegan débiles y se van fortalecidas; llegan dudando y se van
satisfechas; llegan de duelo y se van jubilosas; llegan ciegas y se van viendo.
A los que Jesús les abre los ojos y les limpia el corazón por su gracia, son
las mismas personas que han cambiado su carácter y su actitud. Jesús no se dejó
vencer por los que consideraban la ley como prioridad; Jesús vio a alguien que
necesitaba ver y le dio la vista. El sanó y le dio la vista en el día de reposo
y por eso creían que Jesús no venía de Dios.
Aprovechemos los
días que Dios nos da, especialmente ahora que la Cuaresma avanza. Acompañemos al
maestro de Galilea en su misión de limpiar, sanar, perdonar.
Seamos capaces de
silenciar la ignorancia de los necios, haciendo el bien.
Cambiemos nuestra
actitud egoísta, salgamos—seamos luz—y ayudemos a otros hijos e hijas de Dios a
salir de la oscuridad a la luz.
Dejemos que Dios
haga su obra en nosotros mediante la gracia y el poder de nuestro Señor
Jesucristo.
En la carta a los
Efesios dice: “Ustedes antes vivían en la oscuridad, pero ahora, por estar
unidos al Señor, viven en la luz…pues la luz produce toda una cosecha de
bondad, rectitud y verdad…Despiértate, tú que duermes; levántate de entre los
muertos, y Cristo te alumbrará.”
¡Salgamos de la
oscuridad y junto con Cristo vayamos y vivamos en la luz!
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